Equipos de época – El milagro de Estambul, Liverpool 2005
Hoy en equipos de época la escuadra inglesa que se consagró campeona de la Champions League de manera milagrosa y le devolvió la grandeza al Liverpool F.C.
Si tomamos el diccionario de la RAE y buscamos la palabra milagro dice que es un “Hecho no explicable por las leyes naturales y que se atribuye a una intervención sobrenatural de origen divino”. Ahora bien, si nos vamos al diccionario del fútbol esta palabra se le atribuiría exclusivamente al Liverpool F.C.
En toda su historia, el Liverpool había contado con escuadras que de una u otra manera fueron construyendo la historia del club, pero fue en la temporada 2004-05 cuando el mundo conoció a un equipo que nunca caminó solo.
Forjando el camino
En el año 1963 el grupo musical Gerry & The Pacemakers de la ciudad de Liverpool llegó al top 10 de canciones más escuchadas en el Reino Unido. Con su adaptación de la canción You’ll Never Walk Alone (Nunca caminarás solo) la banda pasaba a ser una de las más importantes de la época en la nación europea.
En aquellos tiempos, en Anfield (estadio del Liverpool) se escuchaba el top 10 de canciones antes del inicio de cada partido, y claro, la que ocupara el primer lugar se cantaba a capela por los aficionados del club. Por lo que el 19 de octubre de 1963 en un partido frente al Leicester, los hinchas del Liverpool entonaron el You’ll Never Walk Alone por primera vez antes del inicio del encuentro.
Rápidamente la canción fue tomando mayor importancia para la hinchada y aunque dejó de estar entre las más escuchadas, se convirtió en un himno para el Liverpool, pues la hinchada le dejaba un claro mensaje al equipo, pase lo que pase “Nunca caminara solo”.
Con el paso de los años, el Liverpool se empezó a caracterizar por su buen juego y a mediados de la década de los 70’s el equipo tomó protagonismo en Europa y se fue consolidando como una de las escuadras más importantes de todo el mundo, pues para el año 1984 los ingleses ya podían presumir el tener en sus vitrinas cuatro Copas de Europa.
Livepool, caminando a través de la tormenta
Sin embargo, la alegría no dura para siempre y el Liverpool dejó de tener protagonismo en el viejo continente, por lo que la Copa de Europa, que pasó a llamarse Champions League, empezó a ser esquiva para los ‘Reds’ (apodo del Liverpool).
Con todo y eso, en las calles del condado de Merseyside ningún hincha del Liverpool se avergonzaba de alentar a su equipo, pues a pesar de no poder conseguir el campeonato de Premier League y estar varios años lejos del radar de la Champions League, nunca abandonarían sus colores y estaban seguros de que tarde o temprano regresarían a la cima del fútbol europeo.
El inicio del viaje
Llegaba la temporada 2004-05 y con ella un nuevo comienzo para el Liverpool, pues el entrenador español Rafa Benítez arribaba al club procedente del Valencia de España. El nuevo técnico de los ‘Reds’ llenaba de ilusiones a la hinchada para conseguir la Champions League, ya que después de posicionar al Valencia entre los mejores clubes de Europa, todos esperaban que el Liverpool, de la mano del español, recuperara su grandeza.
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Sumado a la incorporación de Benítez, al club llegaban otros españoles como Xavi Alonso y Luis García, quienes se unirían a Steven Gerrard, Jerzy Dudek, Jamie Carragher, Milan Baroš y demás jugadores que estaban en busca de la Champions.
Sin embargo, el equipo primero tenía que superar al Grazer de Austria en la tercera ronda de clasificación previa a la fase de grupos de la Liga de Campeones. Los austriacos no fueron problema para el Liverpool que con un 2-1 a favor en el marcador global conseguía su tiquete para la fase de grupos en la que conformaría el Grupo A junto con AS Mónaco, Olympiacos y Deportivo de La Coruña.
A pesar de comenzar el campeonato con el pie derecho tras vencer al AS Mónaco 2-0, el Liverpool cayó ante el Olympiacos en la segunda jornada y en la tercera tan solo logró un empate en condición de local frente al Deportivo de La Coruña, por lo que tendrían que conseguir la mayor cantidad de puntos a falta de tres partidos.
Los dirigidos por Rafa Benítez viajarían a Riazor para jugar la cuarta fecha en busca de una victoria esencial, la cual conseguirían después de un gol en propia puerta del defensor portugués Jorge Andrade. Tres puntos vitales para el Liverpool, que cada vez se acercaba más a los octavos de final.
Sin embargo las ilusiones ‘Reds’ parecían desvanecerse tras perder a manos del AS Mónaco por un tanto a cero en su visita a Francia. Todo se iba a definir en la última fecha en la que Anfield sería testigo de uno de mejores partidos de la historia de la UEFA Champions League.
Olympiacos llegaba a Inglaterra como primero del grupo mientras que Liverpool se encontraba en la tercera posición detrás del Mónaco, por lo que aquel partido se jugaría a vida o muerte.
Con Anfield de su lado y ‘THE KOP’ (tribuna insignia de Anfield) tan imponente como siempre, los ‘Reds’ salieron a comerse a los visitantes, sin embargo, al minuto 27 el brasileño Rivaldo marcaría un golazo de tiro libre que dejaba a los locales en la lona. Tras aquel gol del Olympiacos y la victoria parcial del Mónaco frente al ‘Depor’ el Liverpool tendría que marcar tres goles si quería avanzar a la síguete fase de la Champions League.
Tras iniciar la segunda mitad, Sinama Pongolle hacía vibrar a todo el estadio después de anotar el tanto de la igualdad. El nerviosismo iba en aumento, pero un gol del delantero Neil Mellor convirtió aquellos nervios en euforia, pues el Liverpool estaba a un solo tanto de anotarse en los octavos de final.
Con la presión que imponía Anfield sobre los visitantes, el Liverpool salió a buscar el tan ansiado gol de manera desesperada y seis minutos después el histórico capitán, Steven Gerrard desenfundaba un disparo fuera del área que hacía enloquecer a cada uno de los espectadores presentes en el mítico estadio al noroeste de Inglaterra.
Ya anotados en la fase de eliminación, los ‘Reds’ tendrían que pensar en su siguiente rival, el Bayer Leverkusen, que venía de clasificar como primero del Grupo B dejando atrás al Real Madrid, al Dinamo de Kiev y a la Roma.
A pesar de eso, el Liverpool parecía una aplanadora y eliminó a los alemanes tras ganarle en ambos partidos por 3-1 lo que los convertía en claros favoritos para conseguir el título; aunque el camino no sería fácil, pues en los cuartos de final los esperaba la Juventus, club con el que volverían a verse las caras luego de varios años de un hecho que manchó la historia del fútbol.
29 de mayo de 1985, Bruselas
El estadio de Heysel, ubicado en la ciudad de Bruselas se preparaba para recibir la gran final de la Copa de Europa. Liverpool y Juventus, favoritos a conseguir el título, se medirían cara a cara en busca del campeonato. Aunque la final tenía un grado de importancia bastante alto, el estadio no se encontraba en condiciones para albergar el evento y las medidas de seguridad no eran las mejores.
Con todo y eso, los Hooligans (barras bravas inglesas) del Liverpool llegaron en grandes cantidades al estadio, y con sed de revancha, pues un año atrás fueron violentamente agredidos a manos de los Tifosis (hinchas italianos) de la Roma en la final de la Copa de Europa.
Tan solo un pequeño alambrado separaba a ambas hinchadas, por lo que los italianos empezaron a arrojar piedras sobre los aficionados ‘Reds’ que enfurecidos, derribaron el alambrado y le respondieron el doble de fuerte a los seguidores de la Juventus, los cuales, aterrorizados, empezaron a correr causando una avalancha. Uno de los muros de contención del estadio se derrumbó, provocando la muerte de 32 italianos, cuatro belgas, dos franceses y un británico.
Aun así, minutos después las autoridades ordenaron que el partido se disputara, pues tenían miedo de que sucediera algo peor. Con los cadáveres en las gradas arrancaba el partido, en el que los jugadores no sabían nada de lo que estaba sucediendo pero estaban al tanto que algo grave había ocurrido.
La Juventus, con un solitario gol de Michel Platini conseguía su primera Copa de Europa en la que no hubo ningún tipo de celebración.
Al siguiente día la UEFA emitió un comunicado en el que sancionaba a todos los clubes ingleses, dejándolos por fuera de las competiciones europeas por cinco años y el doble para el Liverpool, aunque al final fueron seis años.
19 años después, ambas escuadras volvían a pisar un mismo terreno de juego, pero con un sabor diferente, se jugarían el honor y brindarían un homenaje a los fallecidos de aquel 29 de mayo. Esta vez la historia sería diferente y el Liverpool, con categoría, se impondría en condición de local por 2-1 frente a los italianos y con un 0-0 en el partido de vuelta sellaría la eliminatoria y obtendría un cupo para las semifinales.
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La semifinal sería inglesa, y el Liverpool se enfrentaría al Chelsea que venía de eliminar al Barcelona, al Bayern de Múnich y estaba a punto de coronarse campeón de la Premier League.
Ambos equipos salieron en busca de un marcador que les resultase favorable para encarar el partido de vuelta. Debido a que las dos escuadras eran viejas conocidas, Stamford Bridge (estadio del Chelsea) se quedó con las ganas de cantar un gol, y con el marcador en ceros la llave se definiría en Anfield.
Toda la afición presente en Anfield jugaría su propio partido desde las gradas, acompañando al Liverpool en busca de un tiquete a la final, instancia que no alcanzaban desde aquel trágico partido en Heysel.
Con ansias de hacer historia, los locales, de la mano de Luis García, se adelantaban en el marcador tan solo cuatro minutos después de que el partido iniciase, haciendo soñar a todos en el estadio. Sin embargo, el equipo de Mourinho saldría a proponer y generaría varas ocasiones que el Liverpool supo aguantar con jerarquía.
Llegadas de Drogba, Lampard e incluso un disparo de Gudjohnsen que dejó en silencio a todo el estadio, no terminaron en gol, por lo que el Liverpool, se metía en la gran final de la Champions League en busca del título soñado, pero para eso tendría que vencer al poderoso italiano AC Milan.
Del fracaso a la gloria: You’ll Never Walk Alone
El Liverpool llegaba al estadio Atatürk Olympic de Estambul con un gran sueño, pero al minuto 1 del primer tiempo, el capitán del Milan, Paolo Maldini, se encargaría de despertarlos. Con un gran disparo después de un centro de Pirlo, el número tres de los italianos anotaba el 1-0 y empezaba a pintar la final de Rossoneri (colores del Milan).
Con un Liverpool desconcertado, los italianos no pararían y finalizando la primera parte, el argentino Hernán Crespo anotaría un doblete que prácticamente dejaba escrito el nombre del Milan en la orejona. Sin embargo había algo que el Milan no recordaba y era que pase lo que pase, el Liverpool nunca camina solo.
Comenzaba la segunda parte y la afición inglesa presente en el estadio alentaba más que nunca, por lo que los dirigidos por Rafa Benítez no tardaron en responderles. Nueve minutos después de que el arbitro diera inicio al segundo tiempo, Steven Gerrard volvía a meter a su equipo en el partido. Con un testazo imposible para Dida, el capitán de los ‘Reds’ marcaba el 3-1 y hacía soñar a toda su hinchada.
Los aficionados empezaron a alentar aun más fuerte y dos minutos después Vladimír Šmicer golpeó la esférica fuera del área y la mandó a guardar al fondo de la red, desatando la locura en el estadio; el Liverpool ponía el encuentro 3-2 y todavía quedaban mucho tiempo por delante.
Los ‘Reds’ cargados de confianza atacaban con todo lo que podían el arco del Milan. Al minuto 59, Gennaro Gattuso derribó a Gerrard dentro del área y el juez central sin pensárselo dos veces pitó pena máxima a favor del Liverpool.
El encargado de ejecutar el penal sería Xavi Alonso, que en aquel botín derecho, llevaba el sueño de miles de hinchas ansiosos por ver a su equipo remontar de manera increíble la final. Sin embargo, el guardameta Dida, con el pitazo del árbitro, se estiraba de manera notable y atajaba ese disparo del español, pero como lo dice el You’ll Never Walk Alone, al final de la tormenta habrá un cielo dorado, así que Xavi atrapó el rebote y remató hacía la portería, llenando de éxtasis a todos los ‘Reds’ que en apenas seis minutos habían empatado el encuentro.
Increíblemente la final se fue a la prórroga en donde el Milan tuvo una clara oportunidad de adelantarse pero el portero Jerzy Dudek, con una doble atajada, lograba mantener la igualdad.
El empate persistió y ambas escuadras definirían el campeón desde los disparos del punto penal. Milagrosamente el Liverpool llegaba hasta esa instancia y no pensaba desaprovechar la oportunidad.
Quizá para los jugadores, el trayecto entre el medio del campo y el punto penal es casi eterno, lleno de soledad y bastante nerviosismo, pero, para aquella escuadra del Liverpool, durante el trayecto caminaban con esperanza en su corazón, acompañados por su fiel hinchada.
El defensor del Milan, Serginho, sería el encargado de inaugurar la tanda y mandaba su disparo a las gradas. Dietmar Hamann adelantaba al Liverpool y después Jerzy Dudek se luciría con una gran atajada a Pirlo. Djibril Cissé anotaba su penal y le daba la tranquilidad a los ‘Reds’ pero el delantero Rossonero Jon Dahl Tomasson también mandaba su disparo al fondo de la red.
John Arne Riise fallaba su penal y ponía en peligro la ventaja de los ingleses. Kaká anotó para el Milan y Vladimír Šmicer no falló para el Liverpool, por lo que todo se definiría en el último disparo; si Shevchenko erraba su penal, el Liverpool se consagraría campeón de la UEFA Champions League.
Los chiflidos recaían sobre Shevchenko y los ingleses presentes en el estadio esperaban que de nuevo Dudek se vistiera de héroe. Y así fue, con una atajada magistral, el guardameta del Liverpool lograba contener el disparo del ucraniano y de manera increíble permitía que su equipo consiguiera ganar la final más apasionante de la historia de la Champions League.
Sin duda alguna, aquel Liverpool fue un equipo de época, que le demostró al mundo que aunque pasen los años y que a pesar de la situación en la que se encuentren, nunca caminarán solos.
Por Julián Pino Cruz