Equipos de época – El honor a la épica, Grecia 2004

Grecia 2004

Hoy en equipos de época, la sorpresa más grande en la historia de la Eurocopa, Grecia 2004.

En 1999, la UEFA le había otorgado la sede de la Eurocopa, que se jugaría cinco años más tarde, a Portugal, apostando a un gran proyecto deportivo que presentaba una renovación en la infraestructura y un impulso para que el seleccionado luso al fin consiguiera las grandes gestas que le eran esquivas, con un equipo al mando del campeón del mundo Luiz Felipe Scolari y con figuras como Fico, Deco y Rui Costa.

¿Quién podría acabar con las ilusiones de los portugueses? ¿La Francia campeona del mundial del 98 y la Euro del 2000? ¿La Alemania dirigida por Rudi Völler? O ¿Italia con su estrella naciente Francesco Totti?, ninguna de las anteriores; fue la selección de Grecia comandada por Otto Rehhagel, el combinado capaz de dar el golpe sobre la mesa con un férreo sistema defensivo y un grupo de jugadores que se desempeñaban como un auténtico ejército preparado para cualquier combate que se diera.

De las 15 naciones que llegaban a la Eurocopa desde una fase de clasificación, Grecia había ingresado con comodidad en el primer puesto de un grupo que compartía con España, Ucrania, Armenia e Irlanda del Norte. Sin embargo, esto no les significó un sorteo agradable, puesto que partían del bombo cuatro para completar el grupo A en que se encontraban Rusia, nuevamente España y la gran anfitriona Portugal.

El 12 de junio de 2004, el balón Roteiro diseñado por Adidas, se puso en marcha. En la localidad de Porto, en el Estádio do Dragão, Portugal y Grecia inauguraban la competencia europea, así como la cerrarían 22 días más tarde.

La sorpresa la dio desde el inicio la escuadra helena, a los siete minutos Georgios Karagounis anotó un golazo desde media distancia, un disparo imparable para Ricardo, el golero que protegía la portería de los locales, que seguían sin reaccionar hasta el inicio del segundo tiempo, cuando Scolari ingreso al joven Cristiano Ronaldo que, a minutos de su ingreso, provocó un inocente penal que señaló el mítico árbitro Pierluigi Collina.

Angelos Basinas no desaprovechó la oportunidad y con una notable calidad, abrió su bota derecha para convertir el 2 a 0. El descuento llegaría por obra del mismo Cristiano, con un certero golpe de cabeza tras un tiro de esquina al minuto 90 cuando no quedaba tiempo para mucho más.

El apoyo colectivo, la efectividad en ataque y la seguridad en defensa, fueron los elementos con los que el equipo de Rehhagel se impondría a sus rivales durante toda la Euro, aunque en la segunda jornada, cuando se volvieron a cruzar con España, el marcador quedó empatado a un tanto.

España controló buena parte de las acciones del juego y Morientes los adelantó en la primera mitad, pero Charisteas al 66’ puso en igualdad las cosas en la única jugada de peligro que los griegos armaron en el partido.

Grecia tenía cuatro puntos antes de que se disputara la última fecha, España y Portugal habían vencido a Rusia, motivo por el que tenían cuatro y tres puntos respectivamente.

Con la tabla así de pareja, los helenos no podían descuidarse ante el eliminado seleccionado ruso, pero su cualidad de ‘matagigantes’ no hizo efecto en el compromiso y por poco quedan eliminados cuando Rusia se había adelantado a los 67 segundos por medio de Kirichenko, en el gol más rápido en la historia de la competición y ampliado su ventaja al minuto 17 tras un córner capitalizado con el cabezazo de Bulykin.

 GRUPO APts.GFGCDG
1Portugal6422
2Grecia4440
3España4220
4Rusia324-2

El descuento que había llegado al minuto 43 gracias a Zisis Vrysas les alcanzó para conseguir una clasificación más sufrida de lo que se esperaba, pues finalmente igualaron en puntos con ‘La Roja’, que perdió con los lusitanos y quedaron abajo en la tabla por haber realizado menos goles.

En los otros tres grupos, clasificaron:

  • Francia
  • Inglaterra
  • Suecia
  • Dinamarca
  • República Checa
  • Países Bajos

Conformando junto a Portugal y Grecia las ocho selecciones que se encontraban en cuartos de final, resaltando las decepcionantes campañas de Italia y Alemania que se quedaron por fuera con polémica por sus presentaciones.

Grecia se cruzaría ante la campeona vigente de esa Euro, Francia. A pesar de su grata clasificación, generaba dudas las dificultades que mostraban para llegar al arco contrario y su permeabilidad en el juego aéreo. Deshacerse de los galos parecía una difícil tarea para los de Rehhagel.

En el Estádio José Alvalade de Lisboa los que pasaron como líderes en el grupo B ponían en cancha a sus máximas figuras: Zidane, Makelele, Pires o Thierry Henry. No obstante, mientras el tiempo transcurría la superioridad que parecía tener Francia en la previa se fue haciendo cada vez menor.

La defensa griega se solidificaba e incurrían en situaciones de ataque con más frecuencia, hasta que al minuto 65, desde la banda derecha Zagorakis eludió con un sombrero a Lizarazu y con la autopista libre, envió un centro dirigido a la cabeza de Charisteas que remató en soledad para despertar la euforia de su afición y sus compañeros que veían el sueño de quedar inmortalizados en la historia.

Los minutos en el desenlace fueron cómodos para los retadores, la cantidad de figuras internacionales que los rivales ingresaban no se convertían en situaciones de riesgo para el arco que custodiaba Nikopolidis. Y así se terminaba el duelo, Francia había sido destronada y los jugadores de Grecia obtenían un boleto, más que merecido a semifinales.

Cuatro eran los equipos que seguían en batalla. A la final llegarían los ganadores del Portugal – Países Bajos y del Grecia – República Checa.

No era una llave semifinal sencilla para los helénicos. Los checos habían llegado hasta esa instancia con un buen juego de la mano de sus figuras como Cech, Baros o Nevded. Por lo tanto, ellos eran los favoritos en la noche del jueves primero de julio de 2004 en el Estádio do Dragão, a rebosar de fanáticos de las dos selecciones que querían ir por más.

Realmente, la República Checa sí se mostró con un mejor juego a lo largo del partido, aunque no lo traducían en goles. A pesar de que se defendían con firmeza, fue de los encuentros más complejos que afrontaron los del mar mediterráneo porque se veían constantemente atacados y no amenazaban con claridad a Petr Cech. Superaron el tiempo reglamentario con dificultades y llevaron el cruce hasta la prórroga.

Para la edición de ese año se había implementado el gol de plata en sustitución del gol de oro. Consistía en que si alguno de los equipos comprometidos anotaba en la primera parte del tiempo extra y mantenía esa ventaja durante los 15 minutos, ganaba el juego.

Solo un gol de plata se hizo en la Euro y fue en esta semifinal. Traianos Dellas, el número cinco y una de las bases del sistema defensivo greco, representó el momento en el que la debilidad en la pelota quieta se convirtió en una fortaleza.

Centro con la izquierda de Vassilis Tsiartas y en el primer palo apareció el defensor al minuto 104 para romper el cero en el marcador y acabar con el alargue. Grecia avanzaba a la final.

Portugal derrotó a Países Bajos por 2 a 1 y llegaba con la ilusión intacta de dejar el título en casa, pero los fantasmas del desastre en el partido inaugural regresaban junto a los guerreros griegos que se plantaron en la final.

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La selección de Grecia 2004 en la final

La cita final era en Lisboa en el Estádio da Luz el 4 de julio, construido para albergar la competencia y ser la sede del partido definitivo.

Nikopolidis bajo los tres palos. Línea de cuatro en el fondo: Seitaridis, Dellas, Fyssas y Kapsis. La intención era clara, no se iban a refugiar con 5 hombres, como lo habían hecho en los 23 días que duró la Euro. Otros cuatro en la mitad: Basinas, el capitán Zagorakis, Giannakopoulos y Katsouranis. Y los dos delanteros: Vrysas y Charisteas.

Decir que fueron jugadores que no tuvieron una gran carrera, es desconocer lo que hicieron por el fútbol de su país y en otras importantes ligas de Europa Así como a su entrenador Otto Rehhagel, un alemán respetado por las ligas que consiguió allí en los años siguientes. Esta Euro, fue sin duda un trampolín para las carreras de todos ellos.

El juego les costó a los anfitriones al igual que en el primero. Habían tenido algunas ocasiones de peligro, pero sus circuitos ofensivos eran anulados en la mayoría de las veces. Finalizó el primer tiempo en tablas, la intranquilidad y la ansiedad aumentaron en el vestuario luso.

En el segundo tiempo, los de Grecia se sentían tranquilos porque en todos sus juegos contra las selecciones históricas habían encontrado goles antes del minuto 70. Así sucedió otra vez. Al llegar el minuto 57 un desvío en una arremetida helénica generó un tiro de esquina del que extrajeron el oro de sus medallas. El cobro fue enviado por la diestra de Basinas y el remate sobre las cinco con cincuenta fue del atacante Charisteas, en medio de una defensa portuguesa que dejaba mucho que desear, que de nuevo generaba el júbilo y la emoción de su gente que ya veía la Eurocopa a la vuelta de la esquina.

La gloria se tornaba con colores azul y blanco, los intentos de Portugal sobre los últimos minutos eran producto de su lucha sin rendición, pero todos fueron lejanos o acabaron en los guantes de Nikopolidis.

Era tiempo cumplido. Una tristeza más para los jugadores portugueses más experimentados y la primera para jóvenes como Cristiano Ronaldo.

Fue Zagorakis el que levantó el trofeo y fue toda Grecia quien celebró, con la misma garra y pasión de su juego. Era el triunfo de todos ellos, los artífices del sueño y de la épica en una edición que quedó registrada con letras más brillantes que las otras por la historia de la nación que en su segunda participación, tras 24 años de la primera, se quedó con la copa y la elevó hasta lo más alto en el hito más importante del fútbol griego. Rehhagel demostró lo que dijo el día antes de la final: “Defender también es un arte”.

Por: Zamoel Guzmán