Volear cincel para luego tirar calidad en la cancha
El fútbol colombiano ha puesto en la esfera mundial jugadores de alto calibre que han sido reconocidos por sus logros en el balompié europeo. Sin embargo: ¿Dónde dejar a las figuras que han decidido emprender para hacer crecer el fútbol nacional?
La invitación es a leer la historia de un futbolista que, literalmente desde los escombros de la construcción soñó, pero lo que nunca pensó fue levantar la mítica Copa Libertadores.
Hay personas que relacionan la Copa Libertadores a dos clubes del fútbol colombiano. Claro, las instituciones priman sobre los jugadores, pero: ¿Qué hay detrás de los títulos y cuánto tiene que entregar un jugador que llega a posar con la banda de capitán para levantar la gloria continental?
Muchos pensarían que se habla de Alexis Henríquez, tal vez del ‘Patrón’ Bermúdez o posiblemente de Juan Fernando Quintero o Santos Borré. Muchos de ellos tienen un factor común, pero hoy no es el caso. El caso se remite a la cuna o mejor aún, a la casa del mayordomo del ‘patrón’, como él le llama, del señor Miguel Zapata.
En 1976, en Copacabana Antioquia, en el ceno de la familia Vanegas Luna, exactamente el 8 de septiembre, nació Samuel, el varón de ocho hermanas que para ese entonces vivían del producido diario y por otros por menores, del trabajo de obrería.
Samuel pudo dar unas palabras en tiempos de pandemia. Una entrevista por zoom que seguramente hubiese sido placentero poder hacer en su finca en Manizales. Para este caso, la imaginación es lo suficiente para pensar en un ser humano de 1,87 reconocido por ser fornido y “viga” en su lenguaje paisa.
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Samuel Vanegas Luna nació y creció en Copacabana, trabajó en una finca como obrero, al mismo tiempo que inició en el fútbol en Cristo Rey. “Vengo de una familia de montañeros y soy muy agradecido de haber tenido un gran ejemplo de padre y madre” afirma.
Samuel es un hombre que posa con un palmarés de cuatro títulos, entre ellos una Copa Libertadores en el año 2004 y, sin importar nada, ha conservado la humildad, él comparte su historia con un propósito de servicio: “querer ayudar y mejorar el nivel económico de mi familia, el mío y colaborarles a mis hermanas. Es algo muy gratificante para uno”.
Su tarea era complicada y el hecho de “tirar para Medellín muy temprano”, como lo dice él y precisa “a las cinco de la mañana” y el tener que llegar a las 10 de la mañana donde “Don Miguel” para iniciar a trabajar, pero luego dejó el trabajo con Don Miguel para poder entrenar más y “Don Humberto Arias” le ayudaba con los pasajes y con dinero para llevar a la casa.
Sus primeras pinceladas fueron en un equipo llamado Arco Zaragoza, luego llegó a Atlético Nacional y Samuel se tuvo que desligar de Arco Zaragoza. No obstante, el querer superaba al poder jugar, ya que Nacional tenía consigo una nómina de oro, pero las lesiones favorecieron al defensor para poder tener la oportunidad.
“Tirar plancha los sábados y los domingos para ganarme un peso más”
Samuel Vanegas Luna
Por otra parte, sus hermanas se dedicaron a estudiar y cada una fue aportando económicamente, así como Samuel. El deseo de seguir creciendo en la familia fue mayor, aunque por el lado del entonces defensor de Leones en 1996, era mantenerse sin necesidad de ser ostentoso. Vanegas no quiso jamás que la codicia nublara la cuna de la familia Vanegas Luna, la calma prevalece en su vida como el lo afirma: “Yo estoy tranquilo, porque sé que todo lo que he hecho por los míos, lo he hecho con mucho cariño”
El retiro de Samuel se vio opacado por situaciones complejas. Quizás por falta de oportunidades, pero dicen que a veces el jugador no se retira del fútbol, sino que lo retiran, “A mí me daba para jugar dos o tres años más, pero bueno no se dieron las cosas y creo que así debieron ser”.
“Mis papás no iban al estadio cuando jugaba porque les daba temor que no hiciera las cosas bien”.
Samuel Vanegas Luna
La frase que más repetía durante la entrevista era “yo quiero es inspirar a más jugadores”, su calidad humana supera ciertos límites. Samuel Vanegas es un ídolo como persona y como jugador de fútbol, aunque para otros su temperamento en la cancha se viera nublado por su agresividad. Ahora, sinceramente: ¿Qué se puede esperar de un defensor central si no es que entregue cada gota de sudor por cuidar el arco en 0? Dicen algunos que la defensa, como el arco, es una posición mal agradecida y que por un error vas a ser recordado de por vida.
Para Samuel la vida es sencilla y sin mucho. Hay que ser ambicioso, más no codicioso. Levantar una Copa Libertadores y contra Boca no es la historia del central, más hace parte de la panacea de sus logros. Remar en un mundo de injustos resulta ser una clase de valores en las palabras de Samuel Vanegas Luna.