VAR ayuda a impartir justicia en el fútbol

VAR FUTBOL

En la columna de Cristhian González, que se publicó en POLIDEPORTES esta semana, se hace la pregunta: ¿El VAR es de ricos? Mi respuesta a dicho cuestionamiento es que el VAR es del fútbol y ayuda a impartir justicia en los partidos.

Coincidimos con Cristhian en que el sistema es un buen invento, desde mi punto de vista se debe implementar globalmente, se pudo apreciar en Rusia 2018 que su uso minimiza el error humano. Igualmente entiendo a aquellos románticos del deporte que aseguran que el error humano hace parte del deporte.

Hay un punto que quiero resaltar de la columna en cuestión y es como el uso del Video Assistant Referee puede terminar favoreciendo a los equipos con mayor hinchada, que generan una masiva convocatoria a los estadios y estimulan el mercadeo que existe en la industria futbolera.

Si en realidad los equipos con mayores recursos se ven favorecidos en el fútbol, con VAR o sin VAR, esto se puede seguir dando, pues quien lo maneja es el ser humano, aquel que llama al réferi o el mismo árbitro que decide ignorar el llamado de los asistentes del VAR.

Pensándolo de ese modo el VAR se puede convertir en una herramienta para impartir injusticia y no justicia. Evidentemente, de esto se deben preocupar en Europa, Asia y muy probablemente en Estados Unidos y es posible que en algunos torneos Suramericanos, pero en Colombia veo muy lejos el uso de este sistema, pensar en una inversión de cuatro millones de euros para una liga como la colombiana no lo veo tan viable.

La realidad corresponde al funcionamiento transparente de la competencia, en donde prime lo deportivo y no las equivocaciones involuntarias o deliberadas de los árbitros en el terreno de juego. La fuerza económica de los equipos se debe ver en la consolidación de equipos de jerarquía, competitivos y que brinden buen espectáculo, tanto en los compromisos locales como en el calendario deportivo internacional.

En pocas palabras apreciado Cristhian, el VAR no es de los ricos, pero el fútbol sí.

Por Álvaro Rodríguez Hernández