En el documental The last dance no se mostró la fuerte derrota de jordan

The last dance

The last dance, el último baile; sin duda, ha sido el producto deportivo de mayor impacto en el mundo durante la pandemia. Millones de personas han conocido por fin al auténtico Michael Jordan. Un tipo peculiar. Exigente, estricto, riguroso hasta el extremo con sus compañeros. Una joya en el parquet, pero difícil de aguantar en el día a día.

Michael Jordan siempre buscó la excelencia. Es la obligación de los más grandes. Dar ejemplo, elevar el nivel de intensidad. No permitía un segundo de descanso.

Ganaba títulos a cambio de un régimen de exigencia severa a todo el equipo. Era un líder ambicioso. Un líder para estudiar en Escuela de Negocios. Desde la jerarquía de sentirse el mejor, exprimió a todo el equipo de los Bulls de Chicago.

El gran acierto del documental es devolver la credibilidad al periodismo. ‘The last dance’ no es un publirreportaje. El género del reportaje es algo muy serio que se estudia en las facultades de periodismo.

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Michael Jordan podía haberse prestado a un perfil narciso, a presumir del clásico ¡qué guapo soy! y pasar por las cámaras del director Jason Hehir pidiendo un masaje por la espalda. Pero no. No quiso replicar lo que las celebrities cuentan en sus redes sociales, herramientas promocionales.

A pesar de todo, este documental mostró todo el éxito de un Jordan casi perfecto, no contó lo que fue una de sus frustraciones más grandes casi 17 años después de ese título tan bien retratado con los Bulls de Chicago.

Juanita Vanoy, su exesposa, fue capaz de desestabilizar al mejor jugador en la historia de la NBA, algo que parecía ser imposible, pero que ella logró en medio de un doloroso divorcio.

El 2 de septiembre de 1989 se casaron en Las Vegas, con Juanita ya embarazada de Jeffrey, el primero de sus hijos. Durante los siguientes 13 años todo parecía una luna de miel hasta que en el 2002 ya la tristeza y deceso comenzaba a llegar a su relación, aunque comenzaron procesos para el divorcio, este no se consumó sino unos años más tarde, cuando todo se hizo oficial y Juanita recibió 168 millones de dólares y una mansión en Chicago de 745 metros cuadrados con todo tipo de lujos.

Por: María Jiménez