Fútbol 5 para ciegos, mirando el deporte desde otra perspectiva
El fútbol 5 para ciegos, también conocido como “fútbol sonoro”, es un deporte adaptado para personas con discapacidad visual (jugadores ciegos y baja visión). En este deporte, cada equipo puede estar conformado por un máximo de 15 integrantes: el director técnico y su asistente, el médico más un fisioterapeuta, un guía o llamador, cuatro jugadores de campo titulares y otros cuatro suplentes, dos porteros, uno titular y el otro emergente.
Las medidas reglamentarias del terreno de juego son las mismas que se utilizan en el fútsal, 40 metros de largo por 20 de ancho. Del mismo modo, los arcos coinciden con las medidas del deporte convencional, tres metros de largo en cada portería. Así mismo, existen otros parámetros que se han adaptado para el juego de las personas con discapacidad. Por ejemplo, alrededor de la cancha hay vallas de entre un metro y1,20 metros de altura, para evitar que la pelota salga de la cancha y se haga mucho más fluido el juego. También, el punto desde el que se patea el segundo penal es de ocho metros, dos metros más corto que el establecido por la FIFA.
El campo de juego está dividido por dos líneas longitudinales punteadas, que marcan los tres tercios de la cancha: el tercio defensivo, el tercio medio y el tercio ofensivo. El fin de las mismas es permitir la orientación de los jugadores, cambiando la persona que en cada tercio da las indicaciones y señales. Junto al arco se encuentra una pequeña área de dos metros hacia el interior de la cancha, la cual señaliza el terreno de juego con el que puede disponer el portero para salir. Detrás del arco también se encuentra otra área marcada, la cual es para el guía del equipo contrario, que se sitúa detrás de la portería rival.
Los guías o llamadores son personas videntes, quienes tienen la función de orientar a los atletas ciegos dentro de la cancha. En total son tres por equipo, que se dividen el terreno de juego en tres zonas. En el primer tercio de la cancha, el guía es el arquero; en el tercio medio, el encargado de las indicaciones es generalmente el director técnico o su asistente, y en el último tercio, es un guía situado detrás del equipo contrario. Este último, también es el encargado, en un penalti, de golpear cada uno de los palos del arco: vertical izquierdo, vertical derecho y horizontal, con el fin de que el jugador que pateará el penal se haga una imagen más clara de la portería. Si alguno de los anteriormente mencionados hace alguna indicación fuera de su zona, su equipo es penalizado.
En esta disciplina el balón es sonoro, lo cual permite que los jugadores ubiquen la esférica cuando esté en movimiento. En el momento en que un jugador quiera recuperar el dominio del balón, obligatoriamente tiene que gritar “voy”; de esa manera, quien lleve la pelota puede tener la referencia de su rival. Ahora, si no hace dicha advertencia es penalizado con una falta en contra de su club. También vale la pena destacar la necesidad del silencio a la hora de jugar, debido a que el sonido resulta esencial para los deportistas ciegos. El público y los miembros de los equipos no autorizados deben mantenerse en estricto silencio durante el juego para comunicarse con los jugadores, con excepción del momento del gol.
Cada partido está dividido en dos tiempos, de 25 minutos cada uno, con un descanso de 10 minutos entre ambos. Los deportistas, con excepción del portero, deben utilizar un antifaz durante todo el partido, asegurando la igualdad de condiciones entre todos los jugadores, debido a que muchas veces algunos integrantes tienen baja visión. Además, cada jugador debe estrictamente tener un par de canilleras, a diferencia de las chichoneras (elemento acolchonado que va alrededor de la cabeza), puesto que, dicho componente es de protección, pero no es de carácter obligatorio.
El fútbol 5 para ciegos se empezó a practicar en Colombia sobre la década del ochenta. En esa época, se conocía como “futlata”, debido a que el balón era una lata de betún. Los jugadores practicaban con este objeto, puesto que era el único que producía sonido y les permitía orientarse a la hora de jugar. Algunos de los precursores de este deporte en nuestro país fueron: Apolinar Salcedo, José Domingo Bernal, Jorge Farfán, Jorge Luís López y Luis Castañeda.
Este último es abogado de profesión, futbolista aficionado y con casi sesenta años dirige la Selección Cundinamarca de fútbol 5 para ciegos. También es quien en su momento trajo los balones sonoros al país. “Yo adapté el primer balón en Colombia para invidentes. Antes los ciegos jugaban a “futlata”, chutando una latas grandes o tarros que hacían ruido con el suelo. Una vez me regalaron una pelota de fútbol de plástico y le metí latas de cerveza aplastadas por dentro, y así nació el invento”, aseguró Castañeda.
Por otra parte, es importante resaltar la importancia de practicar este deporte. Puesto que, al liberarse del bastón y correr libremente por el terreno de juego, la persona con discapacidad adquiere más ubicación espacial, seguridad e independencia. José Domingo Bernal, exjugador de la Selección Colombia, cree ciegamente en el deporte como elemento de rehabilitación. “Todo aquel que tenga la posibilidad de practicar un deporte a nivel recreativo o a nivel competitivo, dependiendo de su capacidad motriz y física, ¡no lo deje de hacer! ¡Eso es fundamental, eso da vida!”, afirmó el hoy presidente de la Federación de Deporte de Limitados Visuales.
Actualmente Colombia tiene una muy buena camada de jugadores jóvenes en la Selección. Ellos serán los encargados de representar a nuestro país en la próxima Copa América, la cual se realizará en Chile desde el 25 de noviembre hasta el 4 de diciembre. El torneo es clasificatorio para el Campeonato Mundial, que se disputará el año próximo en Madrid. Los dos finalistas tendrán su lugar en España 2018.
Por Jefferson Ramírez